viernes, 7 de octubre de 2005

Arrebatos foráneos: Oscar Wilde (I)

Una oleada de sollozos apasionados la sofocó. Se acurrucó en el suelo como un ser herido, y Dorian Gray la contempló con sus bellos ojos, plegando sus labios por un exquisito desdén. Siempre hay algo ridículo en las emociones de las personas que ha dejado uno de amar. Sybyl Vane le parecía absurdamente melodramática. Sus lágrimas y sus sollozos le aburrían.
-Me voy -dijo al fin con voz tranquila y clara-. No quiero ser cruel, pero no puedo volver a verte. Me has desilusionado.

El retrato de Dorian Gray
Capítulo VII (fragmento)
Oscar Wilde

5 comentarios:

Anónimo dijo...

"Siempre hay algo ridículo en las emociones de las personas que ha dejado uno de amar...". Quiero pensar que si una ha amado apasionadamente, es difícil que el calado de esa experiencia compartida deje de tener un peso específico que modifique para siempre y de la forma más irracional la percepción de la persona amada o ex-amada, en otras palabras... tú ya conoces a esa persona a través del tapiz de tus entrañas y creo(no estoy muy segura;estoy en ello)que ahora puede tocar el re-conocerla y explorar porqué la querías.
No puedo afirmarlo pero en ese proceso te sueles encontrar contigo misma.
La Inmika

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Quien no quiere ser cruel , ya lo está siendo de alguna manera...

Veo a la chiquillada intentando ser cruel hasta que le toman el gusto. Disfrutan siendo crueles lo que antes era sólo el afán de hacerse 'duros'.

Amar y desamar. Creo que la actitud cruel no está sujeta a si dejó de amar, si no a lo que es el que encuentra ridículas las maneras del otro que ha dejado de 'amar' . Podría ser que uno sienta que ya no disfruta con el otro/a, y aquello, en vez de causar un desdén implícito,causa una herida. Aquel a quien querías ya no te emociona. Y sí, uno podría intentar saber ¿por qué?.

Y escribiéndote me siento como si me huniera salido un rollo ...tal vez, es un rollo, mas sin levantar el dedo como profesora que en la pizarra señala lo que s correcto y lo que no.
Y dime, ¿qué piensas?
...



Salutes y :) Arrebatos.

Anónimo dijo...

"Siempre hay algo ridículo en las emociones de las personas que ha dejado uno de amar...".

también hay algo ridículo en las que no dejaron de amar pero a las que dejaron de amar, y lo ridículo no son las emociones, son las sensaciones, la sensación de ver que has perdido las emociones, que has perdido todo aquello que tal vez un día te hacían parecer ridículo. Vivir en la nada si es ridículo, las sensaciones no, porque los que estamos allí, no las tenemos, las hemos perdido.

Anónimo dijo...

¡Y siempre hay algo tan serio en las emociones y los sentimientos de las personas a las que uno ama...! Como en el dolor; quién no ha deseado en alguna ocasión hacer propio un daño ajeno (siempre que el “ajeno” en cuestión fuera querido, claro...).

Y no siempre es cierto aquello de “no se lo deseo ni a mi peor enemigo”; que le pregunten a Sybyl Vane si no le hubiera gustado (sólo 5 minutos después) que el postrado y humillado en esa situación hubiera sido el bellísimo Dorian...

Unknown dijo...

PARAGUAY : LA CONCERTACIÒN OPOSITORA Y SU CENA CON PANTERAS (x Luis Agüero Wagner)
“Cínico es el hombre que sabe el precio de todo pero el valor de nada” (Oscar Wilde)
En su inmortal “Balada de la cárcel de Reading”, el escritor irlandés Oscar Wilde había escrito que con diferentes variantes, el hombre inexorablemente mata lo que ama. Wilde lo comprobó en carne propia cuando la misma aristocracia y nobleza victoriana, que había elevado su talento al Parnaso de la gloria artística, arrojó su nombre al abismo de la ignominia condenándolo a prisión, por enredos de su vida libertina con el hijo del honorable Marqués de Queenberry.
La misma relación de amor y odio que el genial dramaturgo supo describir con irrepetible gracia literaria, evidenciaron esta semana los miembros de la Concertación opositora en el Parlamento, apasionados amantes de la democracia que asestaron al objeto amado una estocada mortal, alimentando al mismo monstruo (la Justicia Electoral) por el cual serán devorados en el 2008. A la vez es al mismo objeto odiado al que le han dedicado incontables adjetivos descalificadores desde la prensa, y al que han llenado de querellas en los tribunales, al que rinden el más lisonjero homenaje con el dinero público, aumentando por enésima vez su presupuesto.
Si algo podemos quitar en claro es que no debemos tomar muy en serio lo que dicen algunos grandes demócratas, que se llenan la boca condenando dictaduras, pero se elevan y se mantienen en sus puestos por los buenos oficios del informante del Comisario Cantero. Hemos podido comprobar en forma irrebatible que aceptan sin objeción a un represor como árbitro de la democracia en la Justicia Electoral, le aumentan el presupuesto, y todavía pretenden que se les crea cuando se autoproclaman como luchadores y “próceres” de la democracia. Increíblemente, también son los mismos personajes quienes airados reaccionan al sentirse agredidos, cuando desde el Caribe se les acusa de carecer de autoridad moral y política.
Todos los dictadores y tiranos siempre han buscado arrinconar al individuo, luego someter a escrutinio su individualidad y finalmente con todas las piezas domeñadas controlar al conjunto de la sociedad. Este régimen clientelista, prebendario y aniquilador que nos oprime, ha empezado de la misma manera apoderándose de cada uno de los partidos de nuestro sustrato político, los ha convertido en tributarios y hoy los humilla y denigra obligándolos a alimentarlo a pesar del supuesto odio que existe de por medio. La incoherencia es tanto o más notoria considerando que pretenden separar la labor legislativa de la política, y sobre ésta última no se discute, porque al fin y al cabo al final de la jornada también se puede subastar.
De sus “cenas con panteras” -como llamaba a sus inmersiones en el mundillo de la prostituciòn homosexual londinense a fines del Siglo XIX- aprendió Oscar Wilde el alto precio de los amores osados en una época marcada por la hipocresía moral, el cinismo político, la prepotencia colonialista y finalmente la más desproporcionada intolerancia imaginable. El dramaturgo demostraba estar conciente de los costos y riegos asumidos cuando decía que bajar a esos mundos subterráneos del Londres victoriano, era como estar siempre expuesto al zarpazo, al chantaje que tales licencias suponían a manera de resaca ineludible. Su percepción devino en vaticinio porque estos viajes demenciales y arriesgados entre dos mundos, el de Oxford y el de los barrios bajos, fueron la causa de una tragedia y humillación que terminó en desamor y odio.
Aquel hombre enviado a trabajos forzados por un amor prohibido, también comprendió que los medios de dar muerte al objeto amado podían adoptar las formas más inesperadas, desde una mirada amarga hasta una palabra zalamera. Estaba claro, por supuesto, que la madera de la que estaban hechos los hombres determinaba modos diferentes de dar muerte al objeto adorado; de allí que mientras los valientes lo hacían con la espada, al cobarde le bastaba un beso.
Incapaces de hacerlo a la manera de los valientes, nuestros próceres de la Concertación Opositora han entregado a la Democracia maniatada a sus verdugos, previo beso de Judas Iscariote. Exultantes y desbordados por el propio cinismo político, hoy se sacuden el polvo de la faena y junto a los represores que dicen repudiar, se disponen imperturbables a disfrutar de su última cena con panteras.

LUIS AGÜERO WAGNER