miércoles, 26 de octubre de 2005

Cálido abrigo

Aquí y en todo el hemisferio norte se está acercando el invierno. Me gusta la estación fría del año, mucho más que el verano. Me gusta pasear por la montaña y me gusta sentarme junto al fuego y, envuelto en una cálida manta, observar los racimos de estrellas en las noches heladas.
Recordé un pasaje muy útil para aquellos que, como yo, disfrutan respirando el aire frío de las noches de invierno.

Der ZauberbergCuando volvieron a subir después de la comida, el paquete de mantas estaba ya en la habitación de Hans Castorp, sobre una silla, y en aquel día se sirvió por primera vez de ellas.
Su experto primo le enseñó el arte de empaquetarse como lo hacían todos y como todo recién llegado debía aprender. Se extendían las mantas, una después de otra, sobre el fondo de la silla, de tal manera que rebasasen bastante los pies. Luego uno se tendía encima y se comenzaba por doblar la manta interior, primero en toda su longitud hasta los hombros, luego en su parte inferior por encima de los pies, sentándose y cogiendo el doblez de la manta, primero de un lado y luego de otro, y aplicando exactamente ambos dobleces sobre el reborde de la chaise-longue si se quería obtener la mayor seguridad posible. Se procedía luego de la misma forma con la manta exterior, que era un poco más difícil de manejar, y Hans Castorp, como aprendiz torpe, no dejó de lamentarse al practicar los movimientos que le enseñaban. Joachim aseguró que sólo algunos veteranos sabían envolverse en las dos mantas a la vez con sólo tres movimientos. Ésa era una habilidad rara y envidiada que no sólo suponía largos años de aprendizaje, sino también disposiciones naturales. Hans Castorp, dejándose caer hacia atrás con la espalda doblada, se echó a reír al oír las palabras de Joachim, quien al principio no comprendió lo que había de cómico en ello y le miró con un aire incierto; luego también rió.
–Está bien –dijo, cuando Hans Castorp estuvo tendido en la silla con la blanda almohada bajo la nuca y agotado por toda aquella gimnasia–; aunque estuviésemos a veinte grados bajo cero no podría pasarte nada.


La Montaña Mágica
Thomas Mann
(trad. Mario Verdaguer)

6 comentarios:

Rain (Virginia M.T.) dijo...

Imagino que en esa cabaña, extiendes las mantas y en compañía grata ves care la nieve mientras escuchas a Keith Jarrett.

arrebatos dijo...

¡Ya me gustaría, ya!
Ese hotelito, Der Zauberberg, está situado en los Alpes y es donde transcurre la novela La Montaña Mágica (Der Zauberberg en el original en alemán).
Me encantaría emular a Hans Castorp y pasar allí siete años "curándome" de mis males.

Fernando Visbal Uricoechea dijo...

Me encantaría saber cómo conseguiste la foto... Soy un admirador de la novela y quería conocer detalles de lo que es hoy ese hotel (supongo)...

arrebatos dijo...

Hola caborca, bienvenido. El título original de la novela Der Zauberberg es precisamente el nombre del sanatorio, ahora efectivamente hotel. Hace mucho que escribí este post, pero imagino que busqué información del hotel en san google.

Fernando Visbal Uricoechea dijo...

"Joachim fue de la misma opinión. En una buena tienda inglesa, compraron dos mantas de pelo de camello semajantes a las que poseía Joachim , de un modelo particularmente largo y ancho, suavemente agradable, de color natural e hicieron que se las enviasen de inmediato al Sanatorio Internacional de Berghof, habitación número 34" Der Zauberberg, Traducción de mario Verdager Pag 136, Edit edhasa- Quinteto Barcelona.2004

Seguramente en algún arrebato de tu lectura confundiste el nombre de la novela con el nombre del sanatorio.Por favor... Y nada que San gogle confirma tu hermosa fotografía...volveré si encuentro la foto

arrebatos dijo...

Creo que no nos entendimos bien. El nombre actual del hotel, que en su día fue el sanatorio de la novela, es Hotel Zauberberg.