miércoles, 21 de junio de 2006

El tren que pasa

Sé por lo que has pasado y es por eso que estoy aquí dibujándote un beso en los labios.

Pese a tus dudas, me subí a ese tren para borrar con un te quiero esa duda que sostenían tus manos, temblando de miedo a caer de nuevo. Porque temblabas. Todavía tiemblas, pero tus ojos me dicen, mientras te envuelve mi cuerpo, que tu temor es distinto. Ahora ese abandono de muerte dulce, esas lágrimas que mojan mis besos, nacen del peso de un vacío en tu vientre, de una ausencia que te transporta desde un espeso sueño a mi presencia afuera, junto a tu cuerpo, sobre y bajo tu cuerpo, rodeando tu perfil que se recorta contra el blanco de la sábana que se diluye en lo oscuro de la noche. Ese temor es el miedo a perder aquello que al principio temías.

Tras semanas de distancia, de ausencia, pude llenar tus vacíos con mis susurros al oído, rozando tu piel con mis labios. Jugando a recorrer con la punta de mi lengua, ahí dónde habitaba mi te quiero para ti, el caracol de tus risas y tus estremecimientos y tu vello erizado en una descarga de gozo y deleite que sólo yo sé comprender.

Por eso me subí a ese tren. Para incluir en mi equipaje, ya sin retorno, esa parte de ti que temías ofrecerme y que ahora, por miedo a perderla, me has confiado.

Mi arrebato


(sugerencia de consumo)
Sonando Lover, you should have come over de Jeff Buckley en el Olympia

1 comentario:

David dijo...

Siempre he pensado que los trenes pasan una sóla vez en la vida. Me refiero a aquellos trenes que merecen de verdad la pena. Los trenes que nunca nos dejan indiferentes porque sabemos que son especiales.
Celebro que tanto el tren, como el equipaje, como en definitiva el viaje ya no tengan retorno.
Y lo celebro con toda la humanidad y el sincero cariño que os puedo profesar porque puedo decir en voz alta que os conozco y que os quiero, a ambos "arrebatados".
Salud y amor, que no os falte nunca, y que sea yo, en mi nuevo tren, equipaje y camino testigo de excepción !