lunes, 30 de julio de 2007

Mitomanías (en el nombre del blog)

Una cosa es la deconstrucción del recetario de la abuela que se practica en El Bulli (y proto-clones periféricos) y otra muy distinta es la deconstrucción de mitos. Vaya, que a uno se le hace raro ver a Calamaro fondón y con cara de bien comido; tanto como sería ver a Alejo Estivel con barrigón cervecero (caso de haber seguido cantando). Pero no es algo nuevo. Los que me preceden en décadas fueron testigos de la decadencia y decrepitud de un Elvis orondo y más guarnecido que un caballo en la feria de abril de Sevilla. Y con Brando pasó lo mismo que pasará con Di Caprio, si no le da por emular a James Dean y dejar un –todavía- aceptable cadáver. Y es que, bien mirado, la mayoría de personajes que forman parte del abanico mitómano son imbéciles que no fueron capaces de alargar su vida más allá de los treinta. Pienso ahora en Cobain, Morrison, el propio Dean y tantos otros que han dejado una bonita imagen que estampar en camisetas para mayor gloria de sus herederos.

Sin embargo, esa afición a las ensoñaciones químicas nos dejaron un buen puñado de obras, letras y música que son de agradecer. Y ahí también incluyo de nuevo a Calamaro. Porque –no nos engañemos- su creatividad terminó con su adicción. Sus discos anteriores a Los Rodríguez hasta –siendo generoso- El Salmón nos dejaron lo mejor de él. A partir de ahí ha recurrido al apoyo de otros letristas y a la recreación de viejos tangos para seguir adelante. Me alegro por él: salir de todo eso no debe ser sencillo y seguramente, de no haberlo hecho, a día de hoy formaría parte de ese abanico mitómano de estrellas fallecidas prematuramente. Hemos recuperado a un cantante, a un intérprete, pero hemos perdido a un genial compositor. Porque una cosa no quita la otra: Andrés Calamaro sigue cantando tan deliciosamente mal como siempre, como demostró el pasado sábado en Barcelona, en el concierto de la gira 2 son multitud, mano a mano con Fito, el de los Fitipaldis.

2 son multitud en Barcelona


El concierto empezó cojonudamente, con un recuerdo a Los Rodríguez, tocando una versión bastante rockera de A los ojos. Y terminó mejor todavía con Flaca. La primera parte, la de Calamaro, estuvo a la altura de lo que se esperaba de él. Buenos temas servidos con ciertas reinterpretaciones respecto al disco original. Sonaron Alta suciedad, El salmón, Me arde, una muy funky versión de Loco, la genial Clonazepán y circo, Te quiero igual, Crucificame, un Días distintos en clave de cumbia, etc. Finalizó con la épica de Estadio azteca, a dúo con Fito, que ya sirvió como introducción a la parte del concierto de este último. ¿Y qué nos ofreció Fito? Pues una interpretación de radiofórmula. No cabe duda que el chico ha entendido rápido este negocio. Para qué cambiar algo si funciona, se debe preguntar. Fue como poner una selección de sus mejores temas en el iPod y tira millas. Eso sí, nos obsequió con una metáfora de su música cuando tocó el final de Soldadito marinero con la música del final de Corazón oxidado. Fue un guiño a los que sospechábamos que lo suyo es reciclaje musical; que me das unas letras tuyas y te las encajo con cualquiera de tus melodías. Y pese a todo no estuvo mal su parte.

Ya hacia el final volvió a aparecer Calamaro, embutido en su camisa negra, para terminar conjuntamente el concierto, que concluyeron con la ya mencionada Flaca, muy esperada por todos, aunque un poco desmejorada cuando la voz no tenía ese acento argentino.

En general un muy buen concierto, incluso por el precio de las cervezas, que sólo costaban dos euros. Y digo sólo, porque en otros sitios como la sala Bikini te roban directamente cinco y se quedan tan anchos.

Calamaro en '2 son multitud' en Barcelona

viernes, 27 de julio de 2007

Cerillas

Ella enciende los cigarrillos con cerillas


Decía enfant terrible:
creo que podría
enamorarme
de cualquier mujer,
que encienda
los cigarros
con cerillas.

jueves, 26 de julio de 2007

Entre tinieblas

Tiembla la tiniebla a la luz de una vela. La llama vacía un hueco en la noche, que lame y elimina lamentos. Y afuera es oscuro, tallado en basalto o en ébano puro. Las sombras se forman, respiran, aspiran, exhalan las formas de luces difusas, moldean confusas contornos en miedos, surgidos de antiguos olvidos, de niños crecidos que vuelven al nido que habían perdido.

La luz de una vela se agita y crepita y derrite la cera a imagen del margen vacío de noche, la oscura barrera, que evita porque en ella habita la horrible presencia, la luz en su ausencia, la esencia del grito callado que va madurando y espera al espanto.

(sugerencia de consumo)
Miles Davis para la película Ascenseur pour l'échafaud

martes, 24 de julio de 2007

Dos magos al piano

No sé por dónde empezar a explicar lo que sucedió anoche. Podría limitarme a decir que fue magia, que durante un par de horas que se desvanecieron sin más se materializó la belleza, pues todos la percibimos como algo tangible, una entidad que permanecerá imborrable en el recuerdo de todos cuantos allí estuvimos, vivos, viviendo y compartiendo el hermoso desgranar de melodías, el sublime prodigio de esas manos escalonando sobre las 52 blancas y 36 negras en cuyo paseo, el mago nos deleitó con una música que sólo es privilegio de los dioses concebir y de algunos elegidos escuchar.

Incluso desde lo alto de las gradas del teatre Grec, la colosal presencia de Chucho Valdés es imponente. Como un orishá enfundado en traje de corte impecable, se sentó frente a su piano y nos guió por un recorrido que fue del jazz al mambo, de El manisero a Bill Evans, tanteando un fugaz Strangers in the night del que regresaba de inmediato al constatar que esa noche nadie era un extraño y nos invitaba a pasear por un personal homenaje a Joe Zawinul, acompañado por un potente bajo eléctrico que, si uno cerraba los ojos, podía imaginar que estaba de vuelta a finales de los setenta en un concierto de los Weather Report. Pero la cosa no había hecho más que comenzar. Tras esta ofrenda inició un sublime diálogo con Yaroldy Abreu, extraordinario, prodigioso a la percusión. A cada fraseo de Chucho, respondía Abreu con análoga elocuencia, que después tomaba la voz cantante en la conversación, y si atacaba con manos y codos, Chucho respondía de igual forma, y si terminaba con un tintineo de campanas tubulares, su interlocutor respondía incorporándose para hacer sonar el arpa de su piano. Sonrisas de complicidad y aplausos.

Poco después entró en escena la voz de Mayra Caridad Valdés, de quien lo único notable que puede decirse es que se trata de la hermana de Chucho. Ahí la magia bajo unos puntos, pues hablamos de una cantante regular para un prodigioso pianista. Es el mejor pianista de la actualidad, el más completo. Y eso lo dice el mejor pianista de la actualidad, su padre Bebo Valdés. Es lo que comentó él mismo entre la segunda y tercera pieza que interpretó, solo sobre el escenario. Pocos minutos antes, cuando fue anunciado por su hijo y apareció con paso titubeante sobre el escenario, el teatro se puso en pie aplaudiendo a rabiar en uno de los más sentidos y emotivos homenajes que he presenciado nunca. Fue él quien nos barrió a todos con su música, con sus idas y venidas a una melodía que a ratos se perdía en un breve pero reconocible As time goes by, para regresar a las raíces de su Cuba natal, y a los años cincuenta, y a Cole Porter y al bolero y al son.

Tras su exhibición volvieron al escenario Chucho y su banda, formada por el ya mencionado Yaroldy Abreu a la percusión, Juan Carlos Rojas a la batería y Lázaro Rivero al contrabajo. Me gustaría ser capaz de explicar lo que sucedió a partir de ese momento. Quisiera ser capaz de poder reproducir, de alguna forma, aunque fuera el tema de conversación en el que entraron padre e hijo cada uno a su piano. Pero no sé, no soy capaz. Quizás si supiera música podría acercarme; si tuviera parte de ese vocabulario que habla de melodías y armónicos y notas quizás tendría una remota posibilidad, un asidero donde agarrarme en esa tormenta musical que se inició en el escenario de la mano de dos de los más prodigiosos músicos que ha dado el S.XX. Pero no sé suficiente y todo lo que diga quedará como un balbuceo, como una muda mueca de éxtasis y placer ante tanta abrumadora belleza. Y por si fuera poco, por si el público todavía no estaba del todo entregado, tras despedirse, regresaron al escenario para regalarnos sus Lágrimas negras.

Ante expresiones del arte como la vivida anoche, uno sólo puede permanecer callado o aplaudir cuando la presión por exteriorizar la satisfacción sea insoportable. Eso es lo que hice yo, ni más ni menos. Y sentirme pequeño, insignificante y enormemente privilegiado.

Bebo & Chucho Valdés Quintet


Bebo & Chucho Valdés Quintet


Bebo & Chucho Valdés Quintet

lunes, 23 de julio de 2007

Interruptus

Las luces han parpadeado para apagarse un segundo después. En la caja eléctrica todo parece correcto. Salimos al pasillo, oscuro como la boca del lobo. Ni siquiera funcionan las luces de emergencia. Bajamos a tientas las escaleras –seis pisos- hasta la calle. Todos los comercios están a oscuras. No funcionan los semáforos. Vuelvo a entrar al edificio para poner en común el desconcierto. Hay alguien atrapado en el ascensor. El conserje cree que se trata de la secretaria del quinto con un mensajero. ¿La del quinto? Sí, la macizorra, asiente. Joder, los hay con suerte. La fantasía recurrente de todo el imaginario masculino – ¿femenino también?- y le toca a un mensajero que ni siquiera trabaja en el edificio. Qué diablos –pienso-, yo tenía preferencia.

Salgo otra vez a la calle y empiezo a andar. Busco algún bar donde poder tomar un café, pero cruzo una, dos, tres calles y todos están a oscuras. Recibo una llamada que me informa que media ciudad está sin servicio eléctrico. Los cruces de calles son un caos de coches que hacen prevalecer su preferencia de paso a base de bocinazos. Los peatones apenas nos atrevemos a poner un pie en la calzada.

La mañana ha transcurrido buscando bares que disfrutaran de ese prodigio que es la electricidad, primero para los cafés, más tarde para las cañas frías. Aunque para esto último bastaban las neveras bien surtidas y aisladas. Las cañas brotaban calientes de todos los grifos, con lo que hemos echado mano de botellines.

Las noticias se van sucediendo confusas. Uno dice que está a oscuras –es un decir, pues es pleno día- desde Badalona hasta Hospitalet, es decir toda la parte central de Barcelona. Los barrios periféricos disfrutan, por una vez, de ciertos privilegios. Unos dicen que han ardido dos transformadores; otros afirman que son cuatro. Las líneas cinco y tres del metro están paradas. Los ferrocarriles y el tranvía también. Las líneas telefónicas empiezan a saturarse mientras que en amplias zonas deja de haber cobertura. Sin conexión, informa la pantalla de mi móvil. Hemos entrado en la era del homo eléctrico. Voces socarronas gritan “arrepentíos pecadores, el mundo tal como lo conocemos hoy ha terminado”. Otro, más pragmáticos, proclaman “follad, el mundo se acaba”. Pienso en la secretaria macizorra del quinto acompañada por el mensajero.

Ignoro si este apagón continuará hasta la noche, y caso de producirse, comenzaré a pensar mal de nuestro alcalde y gobierno, progresista y d’esquerres que se proclama, con la sospecha de una tendenciosa inclinación ideológica hacia el nacional-catolicismo de antaño, viendo en esto un sutil ardid para incrementar el número de nacimientos, producción ésta en precario en tierras catalanas. En nueve meses lo sabremos.

Apagón en Barcelona


Cojo un autobús para irme a casa. En el trabajo no puedo hacer nada. Antes de llegar me encuentro con la calle cortada por la policía, que nos desvía y me veo obligado a apearme. Me acerco a ver qué ocurre y veo uno de los transformadores que se han quemado. Varias unidades de bomberos frente a la fachada ennegrecida. Algunas mangueras se pierden en el interior oscuro del edificio. Aprovecho para hacer algunas fotos. También me habría gustado hacer fotos del rescate de la secretaria macizorra del quinto, pero no he podido por tener las manos ocupadas sujetándole las nalgas.

Apagón en Barcelona


Esta es la primera crónica de actualidad que escribo. Arrebatos ahí donde esté la noticia. Mucho me temo que no seré contratado por ningún periódico.

viernes, 20 de julio de 2007

Sobre la condición humana

Después de comer he ido a coger el metro (no siempre voy en taxi) para volver a casa. Me fastidia llegar justo para ver cómo me cruzo con todo el gentío que acaba de bajar del tren y forma largas colas para subir por las escaleras mecánicas. Eso significa que tendré que esperar todo el intervalo entre un tren y el siguiente. Son tres minutos escasos, pero es ese margen de tiempo que uno no sabe cómo aprovechar.

De todos modos, y puesto que no hay mal que por bien no venga, reconozco que la situación (yo empiezo a bajar, mientras los demás empiezan a subir) me agrada, pues me ofrece una perspectiva privilegiada para disfrutar de un hermoso ramillete de escotes vistos desde arriba. Tampoco es para despreciar la situación, cuando salgo del metro por las mañanas, y frente a mis pupilas sube las escaleras una mujer moviendo con elegancia sus hermosas piernas bajo una minifalda modelo cinturón. A menudo esta panorámica ha diluido mi somnolencia incluso antes del primer café.

Pero no era esto lo que quería anotar aquí, me voy por los cerros de Úbeda. La cuestión es que cuando he llegado al andén, en los paneles luminosos anunciaban que el siguiente tren no admitía pasaje, algo que me ha contrariado todavía más, pero que he aceptado con resignación sentándome a esperar. Poco antes de que entrara en la estación, por megafonía han anunciado lo mismo, repetidamente: este tren no acepta pasaje. Ha entrado, con las luces apagadas y la megafonía todavía advirtiendo de la situación. Pese a todo, la mayoría de la gente que esperaba en el andén, se ha abalanzado hacia el tren para presionar el botón que abre las puertas. Viendo que no se abrían, se miraban unos a otros desconcertados. Escudriñaban el interior oscuro de los vagones y se giraban en dirección a la cabeza del convoy, en actitud interrogativa. Incluso nos miraban sin comprender a los pocos que nos hemos quedado sentados. Por megafonía, una voz seguía anunciando que el tren no admitía pasaje, mientras los paneles luminosos advertían de lo mismo.

Finalmente se ha marchado de vacío. Tan vacío como las mentes de muchos de los que ahí estaban. Si es que estaban ahí.

Diez cuerdas

Lo estoy escuchando mientras escribo esto. "El concierto de Aranjuez", del maestro Rodrigo. Los escalofríos me recorren la espalda. Las limpísimas notas de la guitarra de Narciso Yepes se arremolinan en mi nuca, detrás de mis orejas, en las sienes, vibrando y masajeando mi cabeza. Estoy escuchando el segundo movimiento, el Adagio, que el maestro interpreta con su guitarra de diez cuerdas como nadie lo ha hecho jamás. Sí, como nadie, porque John Williams o Julian Bream lo hicieron de forma magistral, pero este adagio es de Yepes. Y el flamenco de Paco de Lucía.

Quizás sea porque fue la primera grabación que escuché de este concierto. Quizás la tengo grabada a fuego en mi memoria y en mi corazón. He escuchado muchas otras versiones grabadas y lo he visto en tres o cuatro ocasiones en directo. Pero nunca, jamás he escuchado tanta belleza acariciando una guitarra como la que obtiene el maestro Narciso Yepes de la suya, la de diez cuerdas. Su interpretación debería declararse patrimonio de la Humanidad.

(sugerencia de consumo)
Narciso Yepes interpreta el Adagio (segundo movimiento) del Concierto de Aranjuez.


Buenas historias

Supongamos que he escrito una novela y decido enviarla a varias de las más importantes editoriales del país. Sé que es una buena novela, así que lo más probable es que pueda negociar a mi favor, pues más de una estará interesada en publicarla. La novela se titula “Decadencia”, y sé que es buena porque no la he escrito yo. He cogido “Los pazos de Ulloa” de Pardo Bazán, le he cambiado el título y la he firmado con mi nombre. ¿Me la publicarán?

Pues esto mismo es lo que ha hecho David Lassman, un escritor inglés que ha decidido denunciar la desaparición de las buenas historias en el mundo editorial. En este caso, él cogió una de las novelas más vendidas de la literatura inglesa: “Orgullo y Prejuicio” de Jane Austen. La tituló “Primeras impresiones”, que fue el primer título que Austen pensó darle a su novela, la firmó como Alison Laydee y la mandó a 18 de las más importantes editoriales británicas. El resultado no puede ser más desolador: 17 de ellas le rechazaron el proyecto alegando poco interés. Sólo una recomendó al autor una lectura de “Orgullo y Prejuicio” por parecerle demasiado parecido.

Qué triste.

martes, 17 de julio de 2007

Esto está que arde

No se me ocurre nada mejor que esta música para combatir los ardores veraniegos. Fijaos si no en estos versos del gran Ibrahim Ferrer, sin duda de los más lúcidos que se han escrito jamás.
La mujer cuando de agacha
se le abre el entendimiento. (bis)
Y el hombre cuando la mira
se le para el pensamiento.
De ti me gusta una cosa
sin que me cueste trabajo. (bis)
De la rodilla pa' arriba.
De la cintura pa' abajo.

Cantados con un sombrero de paja, moviendo el culo, sorbiendo un mojito y añadiendo al final de cada verso un sentido "me quemo aé", obtenemos la receta para disfrutar del verano intensamente.

(sugerencia de consumo)
Candela por Buena Vista Social Club en directo desde Amsterdam

lunes, 16 de julio de 2007

París (hyper-photo)

Si hacéis clic sobre la imagen, podréis acceder a la web para verla completa. Una impresionante y muy detallada panorámica noctura de París, que podréis ampliar haciendo clic sobre ella. Para los más voyeurs, veréis que se puede acceder a la "intimidad" de muchos apartamentos, como si de la "Ventana indiscreta" de Hitchcock se tratara.

A ver quién es el primero en encontrar a Sarkozy.

París

domingo, 15 de julio de 2007

Haciendo el meme

Hace un tiempo me tocó algo parecido y desde ese día he procurado huir de los memes como del vino malo. Sin embargo este me lo lanza Don Gregorio, y como frecuento su café y quiero seguir participando en sus tertulias con los deberes hechos, lo acepto aunque con poca presencia de ánimo.
Se supone que debo contar ocho cosas que supuestamente no se sepan de mí, cuestión harto difícil pues son pocas las que aquí no cuento. Ahí van:

  1. 1. Por fortuna todavía no he sido descubierto por expertos en paleoantropología, pues soy el perseguido eslabón perdido. Tengo el cuerpo recubierto de pelo, prominentes arcos supraciliares y en las noches de luna llena salgo a aullar a la terraza, blandiendo un fémur bovino con el que me golpeo el pecho.
  2. 2. Sin abandonar el tema anterior, la vez que he llevado más largo el pelo fue cuando nací. Las enfermeras me peinaron un tupé y era conocido en toda la clínica como el Beatle.
  3. 3. Desde mis lecturas de London y sobretodo Stevenson que tengo ganas de enrolarme en un barco para arrancarme las raíces. Pero soy un aventurero sedentario.
  4. 4. Como buen hedonista que soy, tengo la rara habilidad de asumir todos mis vicios como virtudes.
  5. 5. Tras años de sufrir arenas, sombrillas, cremas y niños jugando a la pelota, he concluido que lo mejor del sol es la sombra y lo mejor de la playa son los chiringuitos donde uno se puede tomar una cerveza helada.
  6. 6. He dormido a la intemperie a casi tres mil metros de altura, al pie de un glaciar, bajo un cielo estrellado que cortaba la respiración.
  7. 7. En una época pretérita estuve casado, pero me reformé.
  8. 8. A raíz de esto último, vengo observando que cuanto mayor me hago, más jovencitas me las busco. Me veo con cincuenta años esperando a la salida del instituto.

Veamos qué otros tantos secretillos nos cuentan (si tienen a bien hacerlo) Mia, el Espía de Mahler, Celia, Martina, Glo, Pitima, la Chica de Rojo y Burma.

viernes, 13 de julio de 2007

Vamos en taxi

Vamos a la parada del autobús, pero en el último momento tú sugieres tomar un taxi. Es de noche y numerosas luces verdes se entrecruzan veloces por la calle, como luciérnagas en pleno cortejo. No tendremos problemas para encontrar uno libre. Apuramos los cigarrillos y paramos el primero que pasa cuando las brasas de la colilla todavía están calientes. Entras tú primero, te sientas detrás del conductor y abres un vertiginoso corte en tu falda por el que dejas asomar tu pierna derecha hasta la altura de la ingle. Me miras y sonríes con tu mirada pícara. Mi mano se abandona sobre tu rodilla. La presiona levemente, la masajea. Con deliberada lentitud empiezo a acariciar tu pierna, primero por debajo de la rodilla. Paso la palma de mi mano, presiono levemente, la aparto y asciendo de nuevo rozándote apenas con el anverso. Me miras de reojo y sigues con la cabeza al frente, disimulando.

Miro al conductor que está concentrado en el abundante tráfico a esas horas de la noche. Como mucho, debe ver un brazo que se extiende hasta perderse en la esquina del retrovisor. No puede ver que mi mano se está paseando por el interior de tus muslos, que reaccionan separando un poco más las piernas. Me entretengo y me deleito acariciando la parte más cálida de tu pierna. La recorro en toda su longitud hasta la rodilla, para volver a subir cada vez un poco más, a cada vuelta unos centímetros más arriba, más cerca. Me coges la mano entre las tuyas y me guías, me la conduces hacia arriba y la siento arder encajada entre tus muslos, que separas un poco más. Apenas rozo la tela de tus bragas y das un respingo. Después empiezo a presionar lentamente, en una cadencia de bolero y tú me miras y te muerdes el labio inferior y en tus ojos sólo veo deseo. No he dejado de presionar, de masturbarte a través de la tela húmeda y cálida. Empiezo a buscar las costuras para deslizar mis dedos hasta tu piel cuando el taxista pregunta si es aquí. Ni siquiera me he fijado en el trayecto. Le digo que sí, que mejor paramos aquí porque como sigamos no sé cómo puede acabar esto.


(sugerencia de consumo)
Sex Machine & Soul Power de El Padrino James Brown.

miércoles, 11 de julio de 2007

Sobre lo grotesco

Algo falla cuando a uno no sólo le irritan sus supuestos representantes políticos, sino que además se avergüenza de ellos. Ya hace tiempo que los barceloneses somos conscientes de que molestamos al ayuntamiento. Somos útiles como parte del decorado, el pintoresco paisanaje que todo parque temático que se precie debe tener. Y para pagar asfixiantes impuestos que se destinarán a diseñar una ciudad de postal, para que las hordas de guiris de piel enrojecida llenen megas y megas de fotografías digitales mientras lucen camisetas de Ronaldinho y sombreros mexicanos. Y ante esto uno se indigna, tiene sus rabietas y pone a todos los políticos a bajar de un burro en conversaciones de café, pero acaba por resignarse.

Pero la vergüenza es algo distinto, porque en este caso no sólo es vergüenza ajena, que sería hasta cierto punto tolerable. Es sentirse avergonzado porque los personajes que te representan, los que tú has elegido, se lanzan a hacer el ridículo sin ningún rubor ni pudor. ¿Recordáis "Bienvenido Míster Marshall"? Pues esto es todavía peor que lo que imaginó Berlanga. Me explico. Resulta que señor Woody Allen ha escogido Barcelona para filmar su nueva película. De hecho ya está en ello y se le puede ver dirigiendo a la guapa Scarlett Johansson por las postales típicas de la ciudad. Pero lo lamentable es que, alrededor del cineasta neoyorquino, dándose codazos y pisotones para salir en las fotos, no dejan de mariposear toda clase de políticos, desde ediles del ayuntamiento hasta la ministra de Cultura. Y como no hay nada más importante que debatir y arreglar en esta ciudad, pues ahora se están dedicando al "eso tú", "no tú", "tú más", "pues tú mucho más", "pues tú muchísimo más" para decidir cual de ellos ha sido el que ha hecho el papel más grotesco.

Pero, a parte de todo, esto es peor que la película de Berlanga porque aquí, además, hemos pagado un millón de euros a la productora del film.


(sugerencia de consumo)
"Americanos, os recibimos con alegría..."

domingo, 8 de julio de 2007

Como en un dibujo

Dos cuerpos que se acoplan en perfecta armonía. Como en un dibujo de Escher.

M.C. Escher - Plane-filling Motif with Reptiles (1941)

sábado, 7 de julio de 2007

Sigue durmiendo

Me gusta verte dormir en mi cama. Tu presencia es leve, ligera como un susurro, sugerente como un gemido. Tu cuerpo mínimo se dibuja en acuarela bajo los pliegues de las sábanas. El perfil de tu espalda, apenas cincelada por la luz que se cuela a través de la persiana entreabierta, se curva flexible como el deseo hacia tus nalgas, que yo sé desnudas bajo la tela, de las que nace un surco que se abre hacia tus largas piernas que se diluyen en penumbras al pie de la cama. Sólo la rutina del nuevo día, la agresión del despertador, me impiden retirar la sábana que me oculta esa desnudez que me has ofrecido escasas horas antes. Esa espalda que has tensado despeinada y desbocada. Esas nalgas que hace unas pocas horas relucían de deseo y sudor golpeando mi vientre. Esas piernas que me han rodeado en espiral para atraerme hacia ti, para tenerme más cerca, más adentro, más ahora no te pares.

De pie junto a ti te miro. Evoco y sonrío. Me ruegas que no te sacie, que no te colme. Pero viéndote dormir te sé cansada, feliz. Saciada y colmada. Llena de mí, pero sólo hasta que despiertes. Entonces volverá a crecer en ti el vacío que sólo podrá ser colmado de nuevo con tu espalda arqueada y tú despeinada y desbocada. Hasta que te mate de esa muerte dulce que busco en tus rincones y entre tus labios y tus curvas y tus besos que encuentran ansiosos mis besos. Mi elocuencia muda se llenará de tu sabor, de tu esencia en mi piel, hasta hacerte temblar como un reflejo en el mar.

Pero no será ahora, no será hoy. Me inclino sobre tu cabeza apoyada sobre mi almohada. Me buscas en sueños. Te aparto un mechón y beso tu frente, tus párpados que reposan sobre esos ojos tuyos que te transparentan. Cubro tu hombro desnudo y te guardo en mi retina antes de irme, abandonando la quietud de tu sueño en mi habitación.

La Guitarra

Paco de Lucía interpreta "Rumba improvisada" –una de sus composiciones más hermosas-, enlazando con "Mediterranean Sundance", de Al Di Meola, tema que interpretaron junto a John McLaughlin en Guitar Trio.
Buen provecho.



Edito a las 11 para corregir un error. El tema enlazado a "Rumba improvisada" es "Río ancho" del propio Paco De Lucía. No me convencía demasiado mi anotación anterior, pues sus colaboraciones con Al Di Meola datan de principios de los ochenta, mientras que esta grabación es claramente anterior. Mi confusión viene motivada por el disco "Friday Night in San Francisco. Live", en el que interpretaron a trío una versión del "Mediterranean Sundance" de Di Meola, enlazando con "Río ancho".

jueves, 5 de julio de 2007

El menú

Me acerco a la caja a pagar el menú, en conjunto mediocre: sabroso el gazpacho, mazacote la paella, quemado el café.
–Serán 9,50€ –me dice el camarero conjugando un incomprensible futuro.
–Pensaba que eran 8,50€… –digo yo, prudente, pero sabiendo que son 8,50€.
–Sí –responde- pero es que Ud. ha tomado café…
–… en lugar del postre –le advierto, acotando la frase.
–Y también ha pedido dos bebidas
–insiste-, primero vino y después gaseosa.
–Si me hubieran servido vino en lugar de vinagre de orujo, le aseguro que no habría pedido esa gaseosa.
– (silencio tenso)
–Tenga, cóbrese –acercando un billete de diez.
–Serán 8,50€… hasta diez… Tenga, un euro cincuenta de vuelta…
–Muchas gracias y buenas tardes.

martes, 3 de julio de 2007

Modelos para armar en Barcelona

Pero Hélène volvió a reír en la sombra, y Juan se echó atrás y buscó la llave de la luz, y de la nada saltó el pelo de Hélène donde estaba perdida una de sus manos, la curva de sus pequeños senos alzados, el vello del vientre y la garganta breve y ancha, los hombros esbeltos pero con una fuerza que él había tenido que doblegar, hundir obstinadamente en las sábanas hasta poder atarse a una boca sellada y dura, enseñarle a entreabrirla, a quejarse entre sus dientes que hubieran podido morderlo en plena carne antes de ceder a su lengua y mezclar los últimos besos en un solo lamento interminable. El dardo de la luz se clavó en el final de la risa de Hélène y Juan le vio unos ojos muy abiertos, de pupilas dilatadas, una expresión de maldad primordial, de una ignorada negativa a su propio deseo que se refugiaba ahora en las manos y las piernas anudándose al cuerpo de Juan, acariciándolo y llamándolo hasta que él la tendió boca abajo y cayó sobre ella hundiendo la boca en su pelo, obligándola a apartar los muslos para penetrarla duramente y quedarse en ella con todo su peso, sumido hasta el dolor, sabiendo que las quejas de Hélène eran gozo y repulsa a la vez, un placer rabioso que la sacudía espasmódicamente y le torcía la cabeza a uno y otro lado bajo los dientes de Juan que mordían en su pelo y la ataban al peso de su cuerpo. Y otra vez fue ella quien se volcó sobre él para recibirlo con un solo envión de los riñones y gritar en el suplicio, y al término del goce, estando sobre él y pegada a él, con el pelo metido en los ojos entrecerrados de Juan, le dijo que sí, que se quedaría con él, que tirara la muñeca a la basura, que la librara de los últimos restos de olor de muerte que había en la casa y en la clínica, que no le dijera nunca más hasta luego, que no se dejara tomar, que se salvara de sí mismo, y se lo dijo estando sobre él, doblegándolo bajo su fuerza inconcebible, como poseyéndolo, y después resbaló de lado, colmada y llorando con hipo seco y breve que inquietó a Juan desde la modorra que lo ganaba, desde la paz de haber oído todo eso, de haber sido todo eso, de imaginar que ahora no tendría que seguir buscando a Hélène en la ciudad, que de alguna manera el muchacho muerto había perdonado y estaba con ellos y ya no diría nunca más hasta luego porque no habría hasta luego ahora que Hélène se quedaría junto a él acurrucada y dormida y temblando por momentos hasta que la tapó y la besó en el puente de la nariz donde era tan dulce besarla, y Hélène abrió los ojos y le sonrió para hablarle, con otro cigarrillo, de Celia.

62/ Modelo para armar
Julio Cortázar

Sirva este fragmento como excusa, y viceversa. En Barcelona, los incondicionales de Cortázar -un arrebatado servidor lo es- estamos de enhorabuena. El pasado día 30 de junio se inauguró en la Fundación Círculo de Lectores (Consell de Cent, 323) la exposición “Los libros de Cortázar”, que cuenta con revistas, libros dedicados por Neruda, Onetti o García Márquez, anotaciones manuscritas y un par de curiosidades: el poema visual "720 círculos" con las correspondientes instrucciones para poder leerlo y el capítulo 126 de "Rayuela", que el cronopio nunca incluyó en la edición final de la novela.
“Julio empezaba a leer una página, luego la arrancaba y me la pasaba a mí, que terminaba lanzándola por la ventanilla, porque ya no valía la pena guardarlas. Lo importante es recordar lo leído".

Aurora Bernárdez, viuda de Cortázar, relata esta anécdota de un viaje que hicieron por Italia en los años 50. Compraban ediciones baratas de novela negra en los quioscos de las estaciones, que leían y volaban página a página en su trayecto. Más curiosidades y detalles aquí, aquí y aquí.

Y por si esto de por sí no fuera ya suficiente, dentro de la programación del Festival Grec de Barcelona, la sala Muntaner ha programado "El Perseguidor", obra de teatro con fondo de jazz, o concierto de jazz representado, basado en el relato homónimo de Cortázar, inspirado en la vida del saxofonista Charlie Parker.

Hala ¿no querías caldo? ¡Pues toma tres tazas!

lunes, 2 de julio de 2007

Entre fogones

Me han regalado un libro de cocina japonesa, afortunadamente bilingüe en inglés y japonés, pues no domino muy bien el inglés. Veo que los japoneses comen pescados, arroces, fritos, rebozados, verduras… Empiezo a sospechar que la única diferencia con la cocina de aquí es que allí omiten el sofrito. Y parece ser que carne tocan poca, incluso para comer. Con lo que me gusta a mí la carne. Incluso para comer.

Abro una página al azar, a ver si me sorprende. Croquetas de patata (que aquí, con un poco de carne picante dentro, se llama bomba) y espárragos con sésamo. No parece una receta concebida a miles de kilómetros de aquí precisamente. Los espárragos forman parte de nuestro recetario tradicional y los comemos de distintas formas. Y el sésamo no es muy común por estos lares, pero sí en otras zonas de nuestro Mediterráneo, donde se usa mucho para elaborar cremas y salsas, en repostería e incluso para abrir cuevas.

Es probable que la gran diferencia sea la forma de presentar y comer los platos. Eso y el sofrito, claro, que no es baladí. Sospecho que me lo voy a pasar pipa en mi acercamiento oriental. Y no descarto empezar a hacer cocina de fusión, en parte por capricho, en parte por falta de ingredientes. No veo por qué tiene que estar malo un sushi de bacalao, un sashimi de anchoas de l’Escala, una tempura de calçots o un gazpacho de miso.

¡Tiembla Ferrán Adriá!