lunes, 10 de diciembre de 2007

La chispa adecuada

Se tiene por costumbre hablar de la Humanidad –así en mayúsculas– como un todo homogéneo, y de los avances de esta como un logro colectivo de nuestro ingenio, incluyéndonos a nosotros mismos, de algún modo, como partícipes del progreso alcanzado. Como una especie de orgullo de pertenencia al grupo. Pero la realidad es muy distinta. La realidad es una vasta masa uniforme de limo que se mueve pero no avanza, que sigue la corriente arrastrando y dejándose arrastrar, y en medio de esa caterva una pieza que sobresale, que destaca por encima de los demás porque se mueve con criterio propio, de forma autónoma, creando una nueva corriente tras la cual la masa uniforme se moverá. Estos, los que han cambiado la tendencia, los que han roto el esquema, y no el resto, son los que han hecho avanzar a la Humanidad. Y de estos, desde el primero que usó una piedra como herramienta hasta hoy, ha habido unos pocos miles. Bien, pues a nivel individual ocurre algo análogo.

Aunque todavía no lo parezca, esta parrafada no es más que para introducir con detalle lo imbécil que puedo llegar a ser cuando me lo propongo; veamos por qué.

Desde hace unos tres años y medio que vivo en lo que empiezo a considerar mi casa, un pequeño zulo de una habitación y media con un estudio-salón-comedor-cocina muy apañao. El lavabo –que no baño– tiene una ducha que me permite ducharme siempre que no separe los codos del cuerpo, y cuando me pongo el desodorante tengo que abrir primero la puerta para poder estirar el brazo. Lo bueno –y malo– es que es un ático con una pequeña terraza, cuya vista me permite vivir con cierta engañosa sensación de amplitud. Sigamos. Esta terraza tiene una especie de cerramiento de carpintería de aluminio, feo de cojones pero práctico, con un pequeño tejadillo junto a la pared, también de aluminio. El problema es que este tejadillo, cuando hace mucho viento, vibra con un zumbido que va desde el lamento desesperado hasta el aullido feroz. Y en mi casa suele hacer mucho viento. Y este zumbido-lamento-aullido me ha despertado –a mí y supongo que a algún vecino– muchas madrugadas; anoche sin ir más lejos.

Bien, pues hoy, tras tres años y medio de personal uniforme limo que se mueve pero no avanza, he tenido tres segundos de lucidez. Tres segundos en los que una neurona ha decidido arrastrarse pese al hastío hasta conectar con otra, produciendo la chispa adecuada. Así que he llegado a casa con la intención de resolverlo y con alguna idea en mente. He cogido mi surtida caja de herramientas nuevas y relucientes, y armado con un martillo y dos cuñas de madera he salido a la ululante terraza. Subido a una silla he estado observando la zona crítica, presionando aquí y allá, hasta que he caído en la cuenta de que no era el tejadillo de chapa, sino un cristal mal encajado en su encuadre lo que vibraba con el viento. He colocado las dos cuñas entre el cristal de marras y el marco de aluminio, un par de golpecitos con el martillo y ¡tachán! Ya no zumba. Tres años, seis meses y tres segundos después de comprar el piso, mi terraza ya no zumba durante las noches de ventisca. Y esto, que debería abrumarme de vergüenza, me colma de orgullo, porque con mis tres segundos de lucidez he conseguido un avance… Vale, que a la Humanidad –así en mayúsculas– le trae al pairo, pero para mi pequeña humanidad ha sido algo grande, muy grande.


(sugerencia de consumo)
El tonto Simón (mi alter ego) de Radio Futura

6 comentarios:

Gregorio Luri dijo...

MI más cordial enhorabuena.
¡Sólo los hombres valientes tenemos el valor de reconocer que el bricolaje es cosa de mujeres!

Celia dijo...

Luri, no le de ideas...

Gregorio Luri dijo...

Arrebatos: Y aún diré más (y a quien le pique, etc.): La mecánica es cosa de mujeres. Siempre, desde la adolescencia, me ha parecido un espectáculo lastimoso el de esos pobres hombres que levantan el capó de un coche y se entusiasman mirándole las tripas. ¿Qué puede tener de interesante el motor de un coche para un hombre de verdad? Los hombres de verdad utilizamos los coches para otras cosas mucho más nobles.

tomatita dijo...

Mis felicitaciones, para tí y para todos tus vecinos que estarán eternamente agradecidos por tu buen hacer...y si es a ritmo de Radio Futura, mucho mejor.

Un cálido saludo

arrebatos dijo...

Don Gregorio, lo mío es más por vago que otra cosa. De hecho, en una ocasión hasta cambié un interruptor sin electrocutarme ni dejar sin suministro a media Barcelona. Pero vaya... que me estoy quitando.

arrebatos dijo...

Tomatita, a ritmo de Radio Futura todo sabe mucho mejor.
Gracias por la visita.