martes, 25 de noviembre de 2008

Miles en Barcelona

La relación de Miles Davis con Barcelona es la historia de una novia caprichosa aficionada a los desplantes, o quizás la de una diva asqueada por tener que tocar en un escenario de provincias.

En noviembre de 1967, los espectadores que acudieron al "Palau de la Música" a ver un concierto anunciado como “histórico, que será recordado por mucho tiempo en Barcelona” difícilmente –ironías de la vida– olvidarán la nota que la organización repartió a la entrada del teatro anunciando la desaparición del gran genio del jazz. Horas antes –todavía no se sabe muy bien el porqué– Miles Davis tomó un avión y voló a su casa en New York, dejando a su banda en la ciudad condal y un montón de facturas del hotel sin pagar. Dos tercios del público exigieron la devolución del importe de las entradas, pero los que se quedaron pudieron disfrutar de esa banda mítica que acompañaba al maestro, formada por Wayne Shorter, Herbie Hancock, Ron Carter y Tony Williams (ahí es ná) que la crítica de la época calificó de memorable pese a la destacada ausencia.

En 1973 Davis tenía programados dos conciertos el mismo día, pero por problemas en la aduana con Francia, el camión que traía los instrumentos no llegó a tiempo y a punto estuvo de suspenderlos. Sin embargo, las presiones de la organización –lo amenazaron con llevarlo a la policía– consiguieron que sólo se suspendiera el de la tarde y finalmente actuó por la noche, con una hora de retraso. De ese concierto se recuerda la reacción ofendida de buena parte del público cuando el trompetista salió al escenario y comenzó a tocar de espaldas al respetable, como de costumbre. Muchos lo acusaron de arrogante, que lo era, además de antipático. Sin embargo esa forma de tocar, a veces de costado, otras mirando a su banda, era su particular y habitual forma de comportarse sobre las tablas.

Ese mismo año, Miles fue invitado a una jam session en Zeleste. Llegó sin su trompeta y se acodó en la barra, mientras observaba el concierto. Los organizadores se acercaron a su hotel para recoger la trompeta y llevársela, pero una famosa y rubia actriz catalana de la época llegó antes y se lo llevó para su particular recital.

De nuevo en Barcelona, en 1984, fue la primera ocasión en que la única noticia fue el concierto en sí y la totalidad de las entradas vendidas. Esperó hasta 1989 para cancelar otro concierto, aunque en esta ocasión fue por problemas de salud. Al finalizar su concierto en Madrid sufrió un desmayo, que los médicos que lo atendieron atribuyeron a una arritmia cardíaca. Todavía se escuchan sus gritos de “¡no me quiero morir aquí!” cuando era internado en una clínica madrileña.

Regresemos unos instantes a la Barcelona de 1973. Un concierto cancelado, otro salvado por los pelos y una jam session frustrada por el apetito lujurioso de una actriz de cuyo nombre no quiero acordarme. Justo la noche siguiente al concierto de Miles Davis, en el mismo escenario actuó otro músico legendario (este es una leyenda viva). Nada más y nada menos que B.B. King. Y Miles, que había acudido como espectador, fue invitado por el bluesman a interpretar unos fraseos de trompeta con un inconfundible sabor a blues del delta. Y esa es, al fin, la razón de todo este post: estos cuatro minutos de Miles Davis y B.B. King en 1973 en el "Palau de la Música" de Barcelona.


(sugerencia de consumo)
Miles Davis y B.B. King en Barcelona (1973)

4 comentarios:

Anónimo dijo...

artículo memorable!!!

me pica la curiosidad por si la famosa actriz responde a las iniciales de A.S.

saludos!

Gregorio Luri dijo...

Gran post, gran Arrebatos. Cosas así no se leen en la prensa. Por eso soy adicto a este blog.

Anónimo dijo...

Gracias por este post, erudito y revelador, y el vídeo que contiene.

Gracias también por tu comment de hoy en mi blog, viniendo de ti es doblemente halagador.

Te sigo.

Sara dijo...

Estupendo, hace rato te leo y fisgoneo por tu blog...Un abrazo