jueves, 7 de julio de 2011

Lo indigno

Estoy indignado. Un día tras otro veo aparecer en la distinta prensa de todo el espectro de colores múltiples casos de corrupción y, sobre todo, de impunidad y abuso de poder. Por lo general, aunque más despacio de lo deseable, los casos de corrupción en su mayoría se van resolviendo más mal que bien. Pero los otros... La justicia puede resolver fácilmente un desvío de subvenciones, eso es fácil. Pero ¿cómo se penaliza a esos ministros que terminan en consejos de administración a varios millones al año por sus servicios prestados? ¿O qué hacer con esos alcaldes de villorrios de doscientos habitantes con sueldos estratosféricos? ¿O con los gurús de las agencias de calificación? ¿O con los bancos que piden dinero y después nos exprimen?

Y ahí es donde me indigno. Estoy indignado -irritado, enfadado vehementemente- por lo indigno -que es inferior al mérito y no corresponde a las circunstancias-. No por sus acciones en realidad, sino por mis pensamientos. Me jode que por su culpa vea la violencia como un mal necesario; como -usando su misma jerga- una intervención higiénica. Porque yo siempre me he tenido por una persona cabal y sensata. Porque de alguna forma, a mí me educaron en la convicción de que mi libertad y prosperidad -y la manera de mantenerla- terminaba donde empezaba la de mi vecino. Pero ante estos abusos, lo único que me alegraría el día sería ver en portada de un periódico nacional la cabeza empalada de ese alcalde en la plaza del villorrio o el cuerpo del ministro o del Botín de turno destripado en una cuneta mientras su familia corre a refugiarse en las Islas Caimán. Sólo entonces empezaría a creer que de verdad en este país -en este mundo- existe la justicia. El mal está tan enquistado que sólo la labor de un cirujano podría eliminarlo. Y me jode, porque ni me considero agresivo, ni comunista en su definición, ni mucho menos anarquista. Pero, vete tú a saber por qué extraña educación recibida, todavía creo en la justicia. En una justicia real del que la hace la paga, no en la que se puede comprar al mejor postor.

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